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domingo, 22 de junio de 2008

A FUERZA DE VOLUNTAD Y DE RECAIDAS

Abandonar el cigarrillo: del primer intento al logro definitivo
El arduo camino de la cesación tabáquica visto por especialistas


http://www.quilmespresente.com/notas.aspx?idn=115043&ffo=20080615

Ana Spezzi recuerda su primer cigarrillo. Fue en los '60, cuando ella tenía 18 años y empezaba a estudiar Medicina en La Plata. Por entonces el fumar no era la peligrosa adicción que es hoy; ni siquiera el "hábito nocivo" que fue poco antes. Se lo consideraba en cambio "un estilo de vida"; un estilo de vida asociado a las conquistas de la mujer, la intelectualidad, la rebeldía y el compromiso político. Los libros de Camus o Sartre salían despidiendo un irresistible olor a tabaco y en las pantallas de los cines James Dean prendía un cigarrillo tras otro frente a una audiencia que hacía lo propio desde las butacas. "Todo el mundo fumaba", dice Ana.

Cuatro décadas más tarde, la frase tal vez podría darse vuelta: "todo el mundo piensa en dejar de fumar". Aunque exagerada, tal afirmación refleja una tendencia palpable: al menos un tercio de los fumadores de nuestro país ha intentado dejarlo en el último año y las consultas médicas motivadas por este interés se han triplicado en nuestro medio, según observan desde la Sociedad de Neumonología de la Provincia.

Aunque lejos de la realidad de otros países, donde los fumadores se han convertido ya en verdaderos parias, la presión que enfrentan hoy quienes fuman en Argentina (el 33,5% de la población adulta) tiende a volverse cada vez más intensa. Acorralados por campañas que les recuerdan en forma constante el enorme riesgo al que exponen su salud, y desplazados año tras año de un número mayor de ambientes, no es de extrañar que muchos consideren dejarlo.

Pero dejarlo -como bien lo sabe Ana Spezzi y empiezan a descubrir otros tantos fumadores dispuestos a cortar con su dependencia al tabaco- es mucho más difícil que lo que suele imaginarse. La prueba más contundente está en los resultados de los terapias de cesación tabáquica: incluso con los mejores recursos farmacológicos disponibles hoy, ningún tratamiento garantiza una efectividad mayor al 40% después del año.

En otras palabras, de cada diez fumadores que realizan tratamientos específicos, seis están expuestos a recaer al año de haber dejado el cigarrillo. Y esto apenas vale para aquellos que pueden pagar las terapias más efectivas que existen; terapias que se basan en contención psicológica y drogas cuyo costo ronda los mil pesos y muy pocas obras sociales cubren.

A FUERZA DE VOLUNTAD

Durante años el consejo más extendido por parte de quienes nunca fumaron, hoy se sabe que la mera fuerza de voluntad tiene un impacto ínfimo en la cesación tabáquica. Si bien existen excepciones, el 80 % de quienes intentan dejar el cigarrillo por su cuenta no dura más de un mes sin volver a agarrarlo, y sólo un 3% de ellos consigue seguir siendo un ex fumador al cabo de seis meses, muestran distintos estudios internacionales.

"La nicotina llega a generar en poco tiempo una dependencia similar a otras drogas duras, como la cocaína y la heroína. Una persona que fuma a diario es un adicto, padece una enfermedad crónica. No basta con decirle dejá de fumar", sostiene el doctor Eduardo Valeff, médico cardiólogo, director de Cestaba (Cesación Tabáquica) y coordinador provincial de Aliar, un grupo que pugna por establecer leyes anti-tabaco en todo el país.

Aun así, quienes intentan dejar de fumar por su cuenta y en base a fuerza de voluntad siguen siendo mayoría.

"No está mal que lo intenten solos, por el contrario -asegura Valeff- Dejar de fumar no es un cosa sencilla. Hay todo un recorrido que el paciente tiene que hacer. Y en ese recorrido, apostar a la fuerza de voluntad es un primer paso. Algunos lo consiguen, aunque su número es casi despreciable. Cuando no lo logran, al menos les sirve para tomar conciencia y pedir ayuda".

Tal es el caso de Luis Amico (48), un electricista de Los Hornos que ha fumado por más de 32 años. Después de seis intentos propios por romper con su dependencia, reconoce que ya no espera "poder conseguirlo sin ayuda".

"Hago unos esfuerzos enormes pero siempre me pasa lo mismo, en algún momento, ya sea en un asado con amigos o porque estoy muy nervioso, vuelvo a prender uno y no paro hasta estar fumando de nuevo un atado. Nunca hasta ahora había tomado conciencia de que solo no voy a poder", asegura.

Dispuesto a intentarlo otra vez, en este caso con apoyo profesional, Luis cuenta que días atrás realizó una primera consulta a un grupo de cesación tabáquica, al que llegó por recomendación de su médico de cabecera. Se trata de un camino que se conoce como "intervención breve" y que -según señala Valeff- "deriva en que en un 3% de los casos la persona deje de fumar".

A FUERZA DE RECAIDAS

Casi todos los pacientes que buscan ayuda profesional para dejar de fumar "lo intentaron ya dos o tres veces por su cuenta y recayeron. Son excepcionales los casos en los que se va directamente al médico; lo que da una pauta de cuánto se subestima en general esta adicción", comenta el doctor Andrés Etchazarreta, presidente de la Sociedad de Neumonología de la Provincia y él mismo un especialista en cesación tabáquica.

Además del reconocimiento de la dificultad que implica dejar el cigarrillo sin ayuda profesional, las motivaciones de quienes visitan las consultas médicas con este propósito son múltiples: "muchos vienen porque enfrentan ya serios problemas de salud, pero también porque hay una mayor conciencia de los riesgos", señala Etchezarreta.

A Marcos Pieroni (36), un empleado administrativo de Ringuelet que fuma desde sus 17 años, lo que terminó por decidirlo fue el nacimiento de su primer hijo. "Al enterarme que los hijos de fumadores tienen más probabilidades de convertirse luego en fumadores me convenció para hacer un tratamiento", dice.

Desde hace ya dos semanas, Marcos realiza un tratamiento en base a vareniclina, una de las drogas más modernas que se prescriben para dejar de fumar. Se trata de una medicamento que actúa sobre los receptores de nicotina en el cerebro conteniendo el síndrome de abstinencia que sufren los fumadores al dejar el cigarrillo.

La variniclina, junto al bupropión -un antidepresivo con efectos sobre la cesación tabáquica- son los dos fármacos más utilizados hoy en las terapias para dejar de fumar. Pero su costo es alto (cerca de mil pesos un tratamiento completo con la primera de las drogas) y "el Estado no las provee. Tampoco las cubren muchas de las obras sociales", señala Etchezarreta.

Visto desde otra perspectiva, "se pagan solas -afirma por su parte Valeff-. Un ex fumador puede ahorrar más que el costo de esos medicamentos sólo dejando de comprar cigarrillos durante un año".

Valeff reconoce, sin embargo, que sólo un 30% de quienes tratan de dejar de fumar con estas drogas lo consigue en el primer intento. "Aun así -dice- vale la pena. En este terreno, las recaídas no son una derrota, sino un paso más hacia la cesación definitiva".

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