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El riesgo de desarrollar la enfermedad se duplica en los fumadores - Ambos problemas crecen de la mano en los países en vías de desarrollo
LALI CAMBRA - Ciudad del Cabo - 08/01/2008
Se sospechaba desde hace tiempo, pero no ha sido hasta ahora, tras la recopilación por parte de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Pulmonares -más conocida como la Unión- de cientos de estudios médicos cuando se ha llegado a la conclusión de que el consumo de tabaco facilita el desarrollo de la tuberculosis, que ésta sea más grave y su tratamiento, más complicado. El estudio de la Unión es relevante en un momento crítico, en el que tanto el aumento del consumo de cigarrillos como la extensión de la tuberculosis van de la mano en los países en desarrollo, de entre los que preocupa especialmente China, que consume el 30% de los cigarrillos del mundo y el 70% de la población (300 millones) son fumadores. Teniendo en cuenta que el tabaco causa cinco millones de muertos en el mundo y la tuberculosis, un millón y medio, la relación probada entre ambas propicia el abordaje conjunto.
La afección es más difícil de tratar cuando el paciente es fumador
Las conclusiones del equipo de científicos de la Unión, dirigidos por Karen Slama, responsable de Investigación Operativa en Control de Tabaco, han requerido la criba de miles de artículos que relacionan el consumo de tabaco con la enfermedad pulmonar publicados entre 1954 y 2005 y registrados en PubMed, más 14.000 artículos existentes en la propia Unión y listas de referencia en Google Scholar. La criba, basada en tres revisiones independientes de cada artículo, redujo el número de estudios relevantes a 53. Las conclusiones del análisis conjunto se difundieron en la pasada conferencia internacional de la Unión, celebrada en noviembre en Ciudad del Cabo (Suráfrica).
"Los resultados son importantes porque por primera vez se estudió la calidad de la evidencia sobre el riesgo para el fumador. Los estudios habían detectado el riesgo para los fumadores, no sólo de ser infectados, sino también de desarrollar la enfermedad (de una manera más grave), con peores resultados en cuanto al tratamiento, con mayor riesgo de recaídas e, incluso, mortalidad", explica Slama, "pero al analizar las evidencias hallamos pruebas inequívocas de que el fumador incrementa más del doble los riesgos de desarrollar la enfermedad".
Los fumadores pasivos tampoco se salvan: la evidencia entre el consumo indirecto del tabaco y el desarrollo de tuberculosis resultó moderada, aunque "eso no quiere decir que la relación sea débil, sino que hacen falta más estudios", dice Slama.
Se desconoce exactamente cómo el consumo de tabaco facilita el desarrollo de la enfermedad. "Hay un buen número de hipótesis, lo importante es que es biológicamente posible", asegura Slama, que alerta de que de no atajar el número de fumadores en los países del Tercer Mundo, en los que en 2005 hubo nueve millones de nuevas infecciones por tuberculosis, "el control de la enfermedad va a ser incluso más difícil. Por el contrario, si podemos reducir el número de fumadores, el impacto se va a notar asimismo en el número de afectados por tuberculosis". El estudio de la Unión reclama que las clínicas que atienden a los enfermos documenten si éstos son fumadores, se les advierta de los riesgos de la adicción y se adopten programas para ayudar a dejar de fumar.
Toma relevancia además, de acuerdo con la Unión, la adhesión de los países en desarrollo (China, India y Rusia son los más afectados por tabaquismo y tuberculosis) a la Convención para el Control del Tabaco propuesta por la Organización Mundial de la Salud en 2005, que pretende ayudar a los legisladores a adoptar medidas para frenar el consumo de cigarrillos, entre las cuales se encuentra la prohibición de fumar en espacios públicos, la limitación de la publicidad, la inclusión de mensajes que alertan de los riesgos del tabaco en los paquetes de cigarrillos, la educación pública, programas de ayuda para dejar de fumar y el aumento de los impuestos, entre otras. Se calcula que si China aumentara el 10% el precio de los cigarrillos, dos millones de personas escaparían de una muerte prematura.
Sn embargo, si no se adoptan políticas antitabaco contundentes, las perspectivas son pesimistas. Dadas las actuales tendencias de aumento de fumadores en el mundo, de los 1.400 millones actuales, en 2030 se llegaría a 2.000 millones, con cinco millones de muertos al año y con costes totales para los diferentes gobiernos de 3.000 millones de dólares. La pandemia sería acusada en los países del Tercer Mundo, afectaría a un mayor número de mujeres y la carga sobre los débiles sistemas de salud de los países sería tal que acabaría por hundirlos.
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